Hoy salí de mi trabajo y venía caminando por un camino rodeado de tréboles. En eso, mirando al piso veo uno de 4 hojas:
-"Qué buena suerte!", pensé.
Y cuando me agache para recogerla, pensé en lo paradójico de la situación: un trébol de 4 hojas me daría buena suerte, pero solo si lo arrancaba lo que, definitivamente, no le daría buena suerte a él.
Lo miré, lo pensé y le dije como si estuviera escuchándome:
-"Te regalo mi buena suerte, la necesitas más".
Acto seguido, sin arrancarla; la escondí detrás de otros tréboles de 3 hojas. Extrañamente me sentí muy afortunado.
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